CULTURA INCLUSIVA DESDE LA VERTIENTE EDUCATIVA. Por Federico Pablos Cerqueira Asociación de Enseñantes con Gitanos
Hace tres décadas que comencé a escuchar los vocablos “inclusión” y “escuela inclusiva”. Eran unos términos preciosos para una persona que estaba acabando la Diplomatura de Profesorado de E.G.B., especialidad de Educación Especial – Pedagogía Terapéutica y que posteriormente reforzó con la Licenciatura de Psicopedagogía (sí, durante unos años existió una Licenciatura con dicho nombre).
Un futuro titulado que se echaba a la calle porque consideraba que no podía terminar una carrera sin tener una asignatura que le enseñara el “Lenguaje de Signos” (y que se pagó de su bolsillo), un alumno que se manifestaba para que Magisterio fuera una Carrera de cuatro años en vez de tres (que lo llegó a ser con el Plan Bolonia, pero concierto engaño… porque cuatro años, pero con los mismos créditos y sin mejorar en el tipo de asignaturas que faltaban). Además de la Lengua de Signos, era necesario el Braille, asignaturas que nos hablaran de Antropología y de Sociología, de la atención a las diferentes culturas en la escuela…
La imagen de nuestras camisetas para sacarnos unas “perrillas” para el viaje de fin de curso fue la “Máquina de la Escuela”, del pensador, psicopedagogo y dibujante italiano Francesco Tonucci (1970), donde hacía una crítica a cómo estaba planteado el sistema educativo de esa época.
Después de más de tres décadas, el proceso ha mejorado, pero desde mi humilde visión y experiencia, aún estamos lejos de llegar a una verdadera cultura inclusiva y más aún a una escuela inclusiva real. No conozco ninguna sociedad inclusiva (ni barrio, por mucha fama que tengan algunos) y, por lo tanto, tampoco existe una verdadera escuela inclusiva; por mucho que aparezca dicho término en manuscritos legales (en la LOMLOE[1] aparece 17 veces la palabra “inclusión” y 10 veces la palabra “inclusiva”), en filosofías de participación democrática y en los objetivos y Finalidades de los Proyectos de Centro.
[1] Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. BOE 340. 30/12/2020. Enlace
Sin duda alguna existió un salto vertiginoso cuando pasamos de la educación especial a la integración y de la integración a la inclusión. Pero sigue siendo necesario un gran esfuerzo de normativas políticas, de recursos humanos y de cambio conceptual de la propia sociedad para llegar a una verdadera cultura inclusiva y a una escuela inclusiva. Es decir, debemos seguir trabajando por:
- Un apoyo continuo y transversal a la inclusión.
- Las actitudes del personal docente, así como el propio currículo oculto existente.
- El trabajo en el aula continuo, permanente, transversal y con conexión al contexto inmediato y a la sociedad.
- La participación y actitud de las familias en la inclusión, que debería ser positiva por parte de todas las familias de la comunidad escolar. De boquilla seguro que lo es… pero al igual que el currículo oculto afloran otras mentalidades cuando está sentado en la misma aula.
- De lo anterior se deduce la actitud de las compañeras y compañeros (el grupo de iguales), ya que es preciso educar en la solidaridad y en el respeto a las diversidades.
- Y a todo ello se le debe sumar la sociedad como responsable de promover la inclusión de los niños y niñas.
Desde mi visión, las normativas educativas tienen un fallo de base en todo el proceso. Como decía, se ha pasado de la exclusión a la inclusión, pasando por la integración y la propia educación intercultural, pero aún queda un largo camino con muchos obstáculos que solventar. Las normativas se están centrando demasiado en las personas con discapacidad, pero existen otros aspectos que siempre han causado y siguen causando exclusión: el color de la piel, el propio género, la lengua de origen del alumnado, la religión, el origen social, la situación económica, la pertenencia a una minoría étnica. Y estos últimos no están teniendo la importancia que deberían tener. O la propia normativa de aprovechamiento de recursos humanos y materiales hace que un alumnado u otro vaya a un centro concreto si este tiene los recursos humanos necesarios para atenderlos, de lo contrario se le hace ver a sus progenitores que el colegio que a lo mejor deseaban no es el adecuado por falta de recursos… Y ¿porqué no se ponen dichos recursos?.
En el 2001 lanzamos nuestro documento de posicionamiento titulado “La Asociación y la Educación para superar las desigualdades”[1], si hacemos una breve lectura de él podremos comprobar que, por regla general, dos décadas después hay muchos aspectos que no se han alcanzado aún.
[1] https://www.aecgit.org/la-asociacion-y-la-educacion-para-superar-desigualdades.html
Entre esta fecha y la de 2018 existen otros documentos de posicionamiento que tampoco se han alcanzado nuestras propuestas. En mayo de ese año publicamos el documento titulado: “Promover la Igualdad, reconocer la diversidad. La Cultura Gitana en un currículum intercultural e inclusivo”[1] En él proponemos siete consideraciones para un buen tratamiento del Pueblo gitano a través de un currículum intercultural e inclusivo. Y aunque hablemos de Pueblo Gitano, estos conceptos son válidos para tener en cuenta el tratamiento desde el respeto a cualquier Cultura, Minoría y/o Pueblo:
- No es posible una buena intervención curricular en un contexto de desigualdad. Siguen existiendo centros guetos y/o segregados, por lo tanto, no pueden ser inclusivo.
- Un buen currículum para todos y todas también lo será para el Pueblo Gitano. Nos encontramos que en la LOMLOE y en su desarrollo normativo, se debería tocar la historia y cultura del pueblo gitano en algunas etapas educativas y no se está implementando. Y este proceso se debe realizar, haya matriculado alumnado gitano o no en dicho centro educativo.
- Un currículum intercultural e inclusivo no es un listado de temas sino un conjunto de prácticas. Estás aún no se están desarrollando como deberían hacerse.
- Un currículum intercultural e inclusivo implica una manera de entender el conocimiento. Hay que relacionar más la cultura escolar y la vivencial.
- El currículum intercultural debe tener muy presente el currículum oculto.
- Un currículum intercultural e inclusivo debe atender muy especialmente a los aspectos metodológicos.
- No se puede desarrollarse un currículum intercultural sin la adecuada formación del profesorado. Que como decía al inicio de este artículo, aún no es la más adecuada para atender a las diversidades.
[1] https://www.aecgit.org/reconocer-la-diversidad-promover-la-igualdad.html
A tenor de todo esto, una de nuestras últimas publicaciones que más proyección está teniendo es la exposición “Historia y Cultura del Pueblo Gitano”[1] y todos los materiales que trae consigo. Con ella pretendemos dar a conocer “Esa Historia no contada en los libros de texto” sobre el Pueblo Gitano, desde una mirada limpia y heterogénea. Para que el profesorado, el alumnado y la ciudadanía en general puedan conocer la importancia de un pueblo que es más español que los propios españoles y que después de más de 6 siglos sigue sufriendo uno los peores datos de racismo, un racismo específico denominado “Antigitanismo”. Nuestra exposición, además está apoyada por una investigación que demuestra que es un recurso material que previene el antigitanismo y conseguir remover las conciencias de las personas y de la ciudadanía que no conocen directamente a ninguna persona gitana
[1] https://www.aecgit.org/exposicion/historia-y-cultura-del-pueblo-gitano.html
En una cultura inclusiva no puede existir racismo y en una escuela inclusiva se debe dar a conocer todas las diversidades que existen y esto no está sucediendo. Como dice el pueblo gitano, aún queda un “Lungo drom” (lago camino) para alcanzar esta tan apreciada sociedad. Seguiremos soñando y trabajando para que esto sea posible un día no muy lejano