Almudena Grandes, la mujer que hizo familia de sus amigos

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«Hace treinta años los hijos heredaban la pobreza, pero también la dignidad de sus padres, una manera de ser pobres sin sentirse humillados, sin dejar de ser dignos ni de luchar por el futuro»

A.G.

 

Jesús Salinas y Federico Pablos.

Miembros de la Asociación de Enseñantes con Gitanos

 

Al igual que en nuestro primer artículo en esta revista, nos gustaría relacionar de nuevo a la persona autora del monográfico de la revista con una efeméride del Pueblo Gitano. En esta ocasión la relación estará vinculada al 8 de abril, “Día Internacional del Pueblo Gitano”. Un día en el que, entre otros muchos aspectos, se desea reconocer el valor de este pueblo y las contribuciones de su cultura e historia a nuestra sociedad.

Queremos relacionar uno de los pilares fundamentales del Pueblo Gitano, “la Familia” con un cuento de Almudena. El primer cuento que escribe Almudena Grandes, Memorias de una niña gitana, a los 9 años, viene a desarrollar la educación por inmersión que se da en nuestra sociedad mayoritaria, la importancia de la familia en que naces. Los miedos y las identidades que adquieres. También los estereotipos y prejuicios, en este caso sobre los gitanos y el miedo de no pertenecer a una familia burguesa, como era la suya.

«De pequeña me decían:

“Tú no eres hijo de tu madre, a ti te han cogido de unos gitanos. Tú no eres hija de tu madre, a ti te sacaron debajo de un puente”, “eres adoptada y tus padres son unos gitanos”. Yo me lo creía y escribía para corregir el destino”, explicó Almudena Grandes, volviendo a dibujar con palabras el perfil de niña “velluda, morena y gordita”.[1]

Corregir el destino era para Almudena el ser reconocida hija de una familia burguesa como la suya y no de una familia gitana.

El cuento dice así:

«El argumento puede resumirse en media docena de frases. Una niña burguesa –éste era un detalle importante–, nacida en una casa autentica –una casa “con tejado y paredes”, describía yo entonces–, era apenas un bebé cuando su niñera la sacaba a pasear con su cochecito e, inexplicablemente, la perdía en un parque. Cuando la caravana de un circo que abandonaba la ciudad pasaba a su lado, una joven gitana se apiadaba del bebé perdido y lo recogía para criarlo con el resto de sus hijos. Pasaban los años y la niña criada en el circo crecía sin sospechar su verdadero origen, hasta que, diez o doce años después, de vuelta a la misma ciudad, se perdía ella sola, tan inexplicablemente como antes la perdiera su niñera, en el mismo parque de entonces, para que una señora muy buena, muy rica y muy compasiva –que por supuesto era su verdadera madre– se apiadara de ella por segunda vez y la llevara a su casa, adoptándola como una hija más. Desde este momento, la protagonista de mi cuento vivía sometida al tormento de escuchar que no era hija de su madre porque la habían recogido por caridad de unos gitanos y por eso sus hermanos la despreciaban, y hasta los criados se burlaban de ella. Pero el verdadero amor puede abrir los parpados que el tiempo ha soldado, y así, una mañana, mirándola con ojos de cariño auténtico, la madre comprendía que la niña gitana no podía ser sino su propia hija, perdida con tanto dolor, tantos años antes, y recobrada ahora sin advertirlo siquiera. Tal descubrimiento precipitaba la historia en un final tan feliz como abrupto. La protagonista se despedía del lector dando cortes de manga a diestro y siniestro, en dirección a cada uno de los habitantes de su casa».[2]

Acaba el cuento de Memorias de una niña gitana asegurando:

«Este cuento salda mi deuda con una niña enferma de identidad que ya no está sola mientras se aplica afanosamente sobre una mesa de comedor, sin sospechar siquiera que jamás terminará de arreglar cuentas con el mundo».[3]

Y su escritura toma otros caminos:

Y así es: «la pasión, el deseo de amar y ser amada, la inquietud de verse reflejada en los ojos del otro hasta el punto de perderse en el intento de parecerse a esa imagen, la necesidad de romper con los modelos, o mejor podríamos decir, arquetipos sociales que destruyen y alienan particularmente a la mujer son temas constantes» de Almudena Grandes.[4]

Nuestra entidad lleva más de 40 años intento romper con los estereotipos y prejuicios que existen hacia el Pueblo Gitano por parte de la sociedad mayoritaria. Apoyamos la necesidad de que la identidad gitana y sus aspectos culturales positivos queden recogidos en el currículo educativo para luchar desde una primera instancia contra el racismo, que de una forma continua sigue viéndose reflejado en la literatura y poesía. Pronto lanzaremos una publicación relacionada con dicha temática.

Volviendo de nuevo al escrito de Almudena, Alicia Rivera Delgado escribió: «Fiel a su encuadramiento dentro de la nueva narrativa española, la producción literaria de Almudena Grandes procura el entretenimiento, la captación del interés del lector, usando la memoria y la invención […] Mediante la exploración de incertidumbres personales, indaga en el ámbito de unas mujeres insatisfechas con su presente, pero dispuestas a luchar por un futuro promisorio».

 

Con los años se posicionará delante de las injusticias y de la desmemoria. Rescatará a los perdedores de la Segunda República y a los perdedores en general, entre ellos a los gitanos:

«El 18 de junio, la Asociación de Voluntarios en El Gallinero, único apoyo con el que cuentan las 300 familias de inmigrantes rumanos de etnia gitana que habitan este poblado chabolista, a 14 kilómetros de la Puerta del Sol, contemplaron en la más absoluta impotencia a la patrulla de policías municipales disfrazados de Darth Vader que tomó el poblado. Tenían orden de demoler dos viviendas. Demolieron ocho y una letrina. Alegaron que esas chabolas no eran verdaderas casas, que allí no vivía nadie. Si buscan las fotos en Internet, verán ustedes camas, colchones, ollas, cuerdas de tender… y a un montón de niños mirando a policías protegidos con escudos y pasamontañas. Aquel día no pudieron ir al colegio, porque los agentes impidieron que se subieran en los autocares. Cuando la asociación se reunió con la alcaldesa para explicarle que tenían un plan pendiente de aprobación para mejorar las condiciones de vida de estas familias, les contestaron que la autoconstrucción está pasada de moda (sic) y que las letrinas no son higiénicas (requetesic). Las personas que se quedaron en la calle tampoco eran responsabilidad suya. ¿Y de quién, entonces? ¡Ah! Estos voluntarios, dando siempre la lata… ».[5]

Con los años se consolidará una idea de la familia:

Almudena Grandes asegura que «a partir de cierta edad tus amigos son más familia que tu propia familia, porque los eliges” y eso es lo que le ha pasado a ella y su marido con Joaquín Sabina y un grupo de amigos, que veranean juntos y han formado “la pandilla de Rota (Joaquín Sabina, Leiva, Caballero Bonal, Benjamín Prado, Ángel González, Felipe Benítez… ».[6]

El Pueblo Gitano, te hace sentir de su familia cuando eres una persona amiga para ellos y ellas. Y al hacerte sentir de su familia, te tratan como si pertenecieras a ella, tal y como en cierto modo menciona Almudena Grandes, porque te eligen y tú los eliges. Este aspecto es un valor de riqueza milenaria que tiene el Pueblo Gitano y que se debe reivindicar entre otros muchos aspectos más dentro de las celebraciones del 8 de abril. Para poder dejar de una vez por todo en el pasado, el sufrimiento y la discriminación sufrida durante siglos y que por una vez en la historia se vean todas las aportaciones a nuestra propia cultura.

Nosotros los estaremos acompañando en La Ceremonia del Río del próximo 8 de abril en el río Manzanares, donde la Tía Rona y otras mujeres arrojarán pétalos de flores en dicho río y los tíos Juan de Dios Ramírez y Antonio Vázquez junto a otros hombres encenderán velas en recuerdo de sus antepasados.

No queríamos cerrar este capítulo sin dos poesías que su pareja le escribió a lo largo de su extensa biografía:

—————————————–

TÚ, QUE TODO LO SABES[7]

Tal vez, tal vez tú puedas

encontrar lo que a mí me resulta imposible,

lo que no he conseguido minuto tras minuto

de una noche de insomnio,

porque nada confiesan los últimos esfuerzos

del ascensor inútil

y mantienen silencio los ruidos de la luz

y los primeros coches.

 

Pero tal vez, seguro que tú puedes,

porque todo lo piensas y a todo le das vueltas,

encontrar lo que a mí me resulta imposible,

un lugar de mi cuerpo, un rincón de mis ojos

que no sean memoria de tu cuerpo y tus ojos,

de tu pelo que sabe llorar como un recuerdo

sobre nosotros juntos,

de los labios que saben callarse como un sueño,

de las manos que buscan mi cara y me preguntan

y no esperan respuesta.

 

Seguro que tú puedes porque lo piensas todo,

pero yo nada encuentro,

nada encuentro en mí mismo

que no viva rendido a ser memoria,

amor de ti,

sombra de lo que existe porque te pertenece.

Luis García Montero

 

 

DISCIPLINA SECRETA[8]

La casa como barco

en alta mar de junio.

Las calles como trenes

de noche sosegada.

 

Estas cosas no pasan en el mundo.

Estoy por afirmar

que ahora vivo en un libro de poemas.

 

Pero si tú me miras,

decidida a existir

desde el fondo templado de tus ojos,

también existe el mundo.

Y muy probablemente

yo acabaré por existir contigo.

Luis García Montero

 

[1]   Armando Escandón Muñoz. Almudena Grandes, Hija ficcional de los gitanos. Enlace

[2] Almudena Grandes. Modelos de mujer. Tusquets Editores. Barcelona 2021. Páginas 11 y 12.

Se puede ver la 1ª edición de 1996 en el siguiente enlace (no coinciden las páginas anteriores)

[3] Almudena Grandes. Modelos de mujer. Tusquets Editores. Barcelona 2021. Página 17

[4] Almudena Grandes, la mirada del amante. Margarita Santos Zas. Enlace

[5] “Esto”. Artículo de Opinión. Almudena Grandes.

[6] Almudena Grandes: “Joaquín Sabina apareció en mi fiesta de cumpleaños con García Márquez”. Enlace

[7] Luis García Montero. Poesía Completa. Tusquets Editores. Barcelona 2017. Pág. 380

[8] Luis García Montero. Poesía Completa. Tusquets Editores. Barcelona 2017. Pág. 417

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