RockforChoise. Toni Esteban
En 2022 fue noticia en Estados Unidos y alrededor del mundo un profundo retroceso sobre el derecho a la interrupción del embarazo. El revocamiento de la causa Roe vs. Wade de 1973, sentencia que recogía el aborto como un derecho protegido por la Constitución Federal, delegaba a los estados de la Unión el legislar favorablemente o en contra de la libre interrupción del embarazo, dejando desprotegidas a miles de mujeres norteamericanas. Esta decisión de la Corte Suprema generó un revuelo social enorme dentro de los sectores progresistas, democráticos y especialmente en el movimiento feminista así en el mundo del arte de la cultura, con diversas expresiones en redes sociales y en eventos varios. A pesar de esas loables iniciativas, es justo preguntarse si sería necesario de nuevo un movimiento organizado en el mundo de la música a favor de estos derechos como el que hace ya más de 30 años se gestó en el entorno de la banda grunge-punk L7, Rock for Choice. Desde 1991 y durante una década, Rock for Choice organizó una serie de festivales benéficos alrededor de la geografía norteamericana para recaudar fondos a favor de las organizaciones favorables a la libre interrupción del embarazo y proteger a los profesionales de la sanidad que se veían cotidianamente amenazados por grupos de la extrema derecha religiosa. No se trataba de ninguna broma, la feroz dupla entre la lectura restrictiva de esos derechos por parte de la administración del Partido Republicano y los atentados de la ultraderecha contra clínicas y locales de organizaciones –ya fuera desde el agravio en forma de concetración hasta el uso de bombas explosivas- crecieron exponencialmente a lo largo de los años de la reacción neoconservadora protagonizada por Ronald Reagan y George Bush Sr.
¿Cómo empezó todo? Hacia 1990 la cantante y guitarrista de L7 Donita Sparks trabajaba en el semanario LA Weekly. Fue allí donde conoció a la periodista Sue Cummings y a partir de un comentario inocente se gestó la idea. A Sue le encantaba la potencia sónica de L7 y su presencia escénica, desenfadada, humorística per a la vez poderosa, y un día oyó de Donita que “una vez hice un concierto benéfico para una asociación de planificación familiar llamado Rock contra las Perchas”. A Donita no le venía de nuevo sumarse a los piquetes que defendían locales de planificación familiar y clínicas de los ataques de organizaciones como Operation Rescue (citada en un tema de Bad Religion), y
cogió el guante de Sue, que le sugirió lanzarse a algo más ambicioso. Y así fue.
El primer evento de Rock for Choice se realizó a finales de 1991 y el cartel, visto a día de hoy, nos puede parecer un sueño. Con el apoyo de Feminist Majority –la única asociación que apoyó la idea- el Hollywood Palace vio el 25 de octubre sobre el escenario a unos ya famosos Nirvana acompañados por Hole, las propias L7 y Sister Double Happiness reventar la sala sin cobrar nada más que los gastos básicos: todos los beneficios de las entradas irían a engrosar la causa de Rock for Choice. En una ciudad como Los Ángeles donde pocos meses dominaban las bandas glam rock, con letras y actitudes absolutamente sexistas y zafias o una MTV que prácticamente solo emitía a las televisiones de toda la nación pop prefabricado, insulso y de multinacionales se abrió en ese momento camino a un montón de grupos venidos del underground que no tenían inconveniente en mojarse por causas sociales, más allá del mero testimonialismo o el “yo estuve allí” A la iniciativa se irían sumando nombres de ensueño, prácticamente toda la escena alternativa de los 90 se implicó en algún momento con Rock For Choice: Fugazi, Bad Religion, Red Hot Chili Peppers, Lunachicks, Rage Against The Machine, Rancid, Offspring, Pearl Jam, Mudhoney, Bangles, Melissa Etheridge, Bikini Kill, el maestro Iggy Pop y la madrina Joan Jett, y un larguísimo etcétera. Rock for Choice fue, en cierta manera, la unión entre las feministas de los años 70 y las nuevas que aparecían en el ámbito contracultural en los años 90, ambas representadas por el logotipo que diseñó la propia Donita Sparks: la silueta de Demetra Plakas, a la postre batería de L7, destrozando una guitarra contra el suelo. Rock for choice consiguió educar y concienciar a una generación entera, así como retroalimentó otros fenómenos musicales –el caso de las Riot Grrls- donde las mujeres exigían su puesto protagonista en la música y en la sociedad. 30 años después sigue brillando el ejemplo de un movimiento social autoorganizado por primeras espadas de la música que, desde el compromiso real y desinteresado económicamente, fue capaz de poner en primera línea los derechos reproductivos de la mujer, especialmente en un país tan regresivo en estas materias como son los Estados Unidos de América, y sin duda tanto esta iniciativa como otras de esa época son dignas y merecedoras de aprender de ellas de cara nuestro presente.
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